Leyenda
del Santo Correlón y de las Cosechas.
Una de las finalidades de los conquistadores españoles fue dominar a los
naturales usando como medio fundamental la evangelización. Durante el proceso
de los repartimientos de tierras, tenían que catolizar a aquella población
indígena o naturales como se les llamaba, y que se encontraban como piedras esparcidas
por todo el territorio. Los curas, que con sus familias se trasladaban en busca
de tierras con los más fértiles valles y que estén rodeados por fuentes de agua. Con el objetivo de dominar y
tener a su merced la mano de obra gratuita, hacían tantas artimañas para lograr
su objetivo. Ellos inventaron las leyendas de los santos, hacían creer que
estas imágenes tenían vida y que con su poder podrían castigarlos. La leyenda
del santo de la lluvia o santo correlón nace dentro de este contexto.
La tradición oral cuenta
que en tiempos cuando el hombre blanco interrumpieron la tranquilidad entre los
indígenas Huaminkas y la naturaleza, sucedió un hecho muy interesante para los
naturales fríanos. Dicen que en aquellos tiempos cuando Frías era un inmenso bosque y rodeado
de muchos pantanos, enormes arroyuelos y citanes mágicos, donde la gente vivía
cerca de sus huacas. La tradición nos indica que se escucharon a lo lejos de su
rustica aldea la melodiosa música al ritmo de unas campanillas de oro: ¡Tilín,
tilín! ¡Tilín, tilín! Era el sonido cadencioso de unas campanillas que atrajo a
los naturales. Atrapados por la curiosidad se acercaron más y más y el sonido
se hacía más claro hasta que encontraron la estatua de piedra del santo San
Andrés y en cuyas manos llevaba unas campanillas. Rápidamente comunicaron el
hecho a los demás pobladores quienes no demoraron en llegar al lugar del
hallazgo. La gente de la aldea pensó que el santito quería una capilla pero el
lugar donde lo encontraron no era adecuado, ya que era una zona pantanosa.
Unos
dijeron ¡Hay que llevarlo a Culcas, para ponerlo en las hermosas llanuras!
Cuando llegaron con la imagen al lugar las campanillas empezaron a sonar roncas
y desafinadas. ¡Ti…lan, Tilannnn, Tiii-lánn, Too…linnn!, al amanecer no encontraron
al santo. Afanosos buscaron a la imagen
y la encontraron en su sitio de origen. Se dieron cuenta que el deseo del santo
era que allí le construyeran su templo.
¡San
Andrés no quiere el templo en Culcas¡ dijeron y se lo llevaron a las pampas de
Parihuanás y sucedió lo mismo, pues en la noche estuvieron haciendo velatorio y
al amanecer nuevamente había desaparecido y lo encontraron por tercera vez
donde inicialmente lo hallaron, es decir en el cienego o bosque pantanoso.
Convencidos
ya del deseo de San Andrés empezaron a secar
el pantano, cortaron los árboles para trasladarlos hasta allí, con
hachas y picos, quebraron piedras, que habían cerca, con ayuda de san
Andrés lograron transformar ese pantano,
construyeron un templo en su honor y al lugar lo llamaron San Andrés y poco a
poco fueron poblando la zona y construyeron sus casas de adobe y con sus techos de paja y posteriormente de
teja, alrededor de la edificación.
Pasó
el tiempo y el pueblo de San Andrés vivía muy tranquilo, gozaba de sus buenas cosechas y demás bondades que la naturaleza le ofrecía, incluso todos
adorando la imagen del apóstol San Andrés, el cual era retribuido con muchos regalos y ofrendas de oro. Cierto día
la estatua de mármol o de piedra como lo conocían los naturales, desapreció, la
gente decía que había sido vendido por un cura de aquellos que llegaron por
estos parajes y llevado a un lugar muy
lejano donde viven todos los santitos. Por coincidencia en aquel tiempo, una sequía enorme asoló a este pueblo. Los
pobladores de esta zona necesitaban a su santo patrón y tuvieron que mandar hacer una réplica. En el pueblo había
un hombre hábil y diestro para trabajar
la madera al cual se le designó que
hiciera una copia de su santo
patroncito. Dicen que después de tiempo la vida en el pueblo mejoró y la gente
lo siguió adorando con más fe y religiosidad.
Esta tradición se ha mantenido durante muchos años, la gente de de la zona de Pampa Grande,
Misquiz, Guayaquil, México (Meseta Andina) incluso Sapillica, en épocas de sequía
lo llevan a sus lugares, lo ponen cabeza para abajo y lo “betean”, es decir lo
golpean con un “látigo” hecho con
algunas cintas, para que el santito haga llover. Algunos lo conocen como “El
Abogado de los Pobres”, “El Santo Correlón”, “El Santo de las Cosechas y de la
Lluvia”.
La
fiesta que se hace en honor a él, es los fines del mes de noviembre de cada año,
siendo su día principal el 30. Esta fecha siempre ha sido la misma en diversos
pueblos, debido a que ha sido impuesta por aquellos personajes españoles que
trajeron el santo por estos lugares. Cabe mencionar que el Apóstol San Andrés,
no solo es patrón del pueblo de Frías, sino que también de Rusia, Rumania, Escocia, Grecia, Ucrania, Malta, Sicilia, Huasquiña (norte de Chile I región), de la ciudad de Pica en Chile, de la ciudad patrimonio de la humanidad Baeza (España, Andalucía, Jaén), de la villa de Berlangas de Roa (España, Castilla y León, Burgos), del pueblo de Ligüerzana (España, Castilla y León, Palencia), del pueblo de San Andrés (Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias) y
del pueblo de Sant Andreu del Palomar (hoy distrito de Barcelona). En México se venera en San Andrés Tuxtla,
en el estado de Veracruz y por coincidencia en
algunos lugares su día principal de celebración también es el 30 de noviembre
de cada año.
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