domingo, 24 de enero de 2016


Leyenda del Santo Correlón y de las Cosechas.

Una de las finalidades de los conquistadores españoles fue dominar a los naturales usando como medio fundamental la evangelización. Durante el proceso de los repartimientos de tierras, tenían que catolizar a aquella población indígena o naturales como se les llamaba, y que se encontraban como piedras esparcidas por todo el territorio. Los curas, que con sus familias se trasladaban en busca de tierras con los más fértiles valles y que estén rodeados por  fuentes de agua. Con el objetivo de dominar y tener a su merced la mano de obra gratuita, hacían tantas artimañas para lograr su objetivo. Ellos inventaron las leyendas de los santos, hacían creer que estas imágenes tenían vida y que con su poder podrían castigarlos. La leyenda del santo de la lluvia o santo correlón nace dentro de este contexto.

La tradición oral cuenta que en tiempos cuando el hombre blanco interrumpieron la tranquilidad entre los indígenas Huaminkas y la naturaleza, sucedió un hecho muy interesante para los naturales fríanos. Dicen que en aquellos tiempos  cuando Frías era un inmenso bosque y rodeado de muchos pantanos, enormes arroyuelos y citanes mágicos, donde la gente vivía cerca de sus huacas. La tradición nos indica que se escucharon a lo lejos de su rustica aldea la melodiosa música al ritmo de unas campanillas de oro: ¡Tilín, tilín! ¡Tilín, tilín! Era el sonido cadencioso de unas campanillas que atrajo a los naturales. Atrapados por la curiosidad se acercaron más y más y el sonido se hacía más claro hasta que encontraron la estatua de piedra del santo San Andrés y en cuyas manos llevaba unas campanillas. Rápidamente comunicaron el hecho a los demás pobladores quienes no demoraron en llegar al lugar del hallazgo. La gente de la aldea pensó que el santito quería una capilla pero el lugar donde lo encontraron no era adecuado, ya que era una zona pantanosa.

            Unos dijeron ¡Hay que llevarlo a Culcas, para ponerlo en las hermosas llanuras! Cuando llegaron con la imagen al lugar las campanillas empezaron a sonar roncas y desafinadas. ¡Ti…lan, Tilannnn, Tiii-lánn, Too…linnn!, al amanecer no encontraron al santo. Afanosos  buscaron a la imagen y la encontraron en su sitio de origen. Se dieron cuenta que el deseo del santo era que allí le construyeran su templo.

            ¡San Andrés no quiere el templo en Culcas¡ dijeron y se lo llevaron a las pampas de Parihuanás y sucedió lo mismo, pues en la noche estuvieron haciendo velatorio y al amanecer nuevamente había desaparecido y lo encontraron por tercera vez donde inicialmente lo hallaron, es decir en el cienego o bosque pantanoso.

            Convencidos ya del deseo de San Andrés empezaron a secar  el pantano, cortaron los árboles para trasladarlos hasta allí, con hachas y picos, quebraron piedras, que habían cerca, con ayuda de san Andrés  lograron transformar ese pantano, construyeron un templo en su honor y al lugar lo llamaron San Andrés y poco a poco fueron poblando la zona y construyeron sus casas de adobe  y con sus techos de paja y posteriormente de teja, alrededor de la edificación.

            Pasó el tiempo y el pueblo de San Andrés vivía muy tranquilo, gozaba de sus buenas  cosechas y demás bondades  que la naturaleza le ofrecía, incluso todos adorando la imagen del apóstol San Andrés, el cual era retribuido con  muchos regalos y ofrendas de oro. Cierto día la estatua de mármol o de piedra como lo conocían los naturales, desapreció, la gente decía que había sido vendido por un cura de aquellos que llegaron por estos parajes y llevado  a un lugar muy lejano donde viven todos los santitos. Por coincidencia en aquel tiempo,  una sequía enorme asoló a este pueblo. Los pobladores de esta zona necesitaban a su santo patrón y tuvieron que  mandar hacer una réplica. En el pueblo había un hombre  hábil y diestro para trabajar la madera al cual se le designó  que hiciera una copia de su  santo patroncito. Dicen que después de tiempo la vida en el pueblo mejoró y la gente lo siguió adorando con más fe y religiosidad.

 Esta tradición  se ha mantenido durante muchos años,  la gente de de la zona de Pampa Grande, Misquiz, Guayaquil, México (Meseta Andina) incluso Sapillica, en épocas de sequía lo llevan a sus lugares, lo ponen cabeza para abajo y lo “betean”, es decir lo golpean con un “látigo”  hecho con algunas cintas, para que el santito haga llover. Algunos lo conocen como “El Abogado de los Pobres”, “El Santo Correlón”, “El Santo de las Cosechas y de la Lluvia”.
La fiesta que se hace en honor a él, es los fines del mes de noviembre de cada año, siendo su día principal el 30. Esta fecha siempre ha sido la misma en diversos pueblos, debido a que ha sido impuesta por aquellos personajes españoles que trajeron el santo por estos lugares. Cabe mencionar que el Apóstol San Andrés, no solo es patrón del pueblo de Frías, sino que también de Rusia, Rumania, Escocia, Grecia, Ucrania, Malta, Sicilia, Huasquiña (norte de Chile I región), de la ciudad de Pica en Chile, de la ciudad patrimonio de la humanidad Baeza (España, Andalucía, Jaén), de la villa de Berlangas de Roa (España, Castilla y León, Burgos), del pueblo de Ligüerzana (España, Castilla y León, Palencia), del pueblo de San Andrés (Santa Cruz de Tenerife, Islas Canarias) y del pueblo de Sant Andreu del Palomar (hoy distrito de Barcelona). En México se venera en San Andrés Tuxtla, en el estado de Veracruz y por coincidencia en algunos lugares su día principal de celebración también es el 30 de noviembre de cada año.

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