¡Hay
cucos malos!
Es deprimente ver invadida nuestra patria por gente
extraña, mirar desde la impotencia como soldados desconocidos abusan de nuestra
gente humilde, pidiendo como cupos de guerra animales y productos que con tanto
esfuerzo han logrado tener. No es fácil aceptar que ante la ineptitud de
nuestras autoridades derramen su sangre muchos compatriotas aguerridos. No
debemos aceptar que nunca más mancillen nuestro honor gente que no comparte
nuestros mismos símbolos y riquezas.
Durante el tiempo que se realizó la guerra con el país
sureño sucedieron muchos acontecimientos, muchas vidas de mujeres, hombres y
niños se sacrificaron para no ver a su patria invadida y mutilada por las
fuerzas chilenas. Con ese gran espíritu de peruanidad enfrentábamos cada día a
los invasores, aunque con menor capacidad bélica, pero enfrentábamos la
situación. Dentro de este marco sucede un acontecimiento que hasta la fecha se
ha trasmitido y que enaltece a más de un friano.
Allá por los años 1883, cuando los chilenos invadieron
la serranía de Piura al mando del general Torres, el cual era un jefe déspota y
sin sentimientos, hacía los que se le
antojaba en todo pueblo que entraba, pedía que le sacrificarán algún
animal para calmar el hambre de sus soldados, en otros casos más abusivos
agarraba a la fuerza a cual mujer se le
presentase. Las tropas que iban en busca
de cupos de guerra no les interesaban el
sufrimiento que causaban. La gente de Frías ya habían tenido noticias que por
la zona de Santo Domingo y Chalaco valientes hombres se habían enfrentado
quedando muchas bajas en ambas partes, los Chalaqueños habían luchado
fuertemente en la famosa “quebrada de la guerra”, de la cual
había salido airosos, haciendo temblar a
las tropas sureñas.
Los fríanos
al mando de Don Lorenzo Córdova Mejía habían formado
las famosas “montoneras”, que con hondas o guaracas, machetes, palanas,
chavetas, incluso algunos con carabinas y enormes rocas, se atrincheraron
estratégicamente en las faldas de los cerros de Mastrante, letreros y Yapiay,
lugares ubicados a pocos minutos del pueblo de Frías. Junto con otros
hombres se alistaron para el combate
como don Ricardo Alvarado, Zoilo Castillo, Santos Jara Sebastián Siancas, y su
esposa Gertrudis Erazo, Manuel
Monje, Parcemón Aguilar, Plácido Córdova, Marcos García, Manuel Berrú, Juan
Campos Córdova, y su hermano de madre
Pilar Julca Córdova y muchos otros hombres valientes. Los valerosos hombres hicieron retroceder a
los invasores.
Airado por el revés sufrido, el coronel Carvallo,
dispuso un destacamento de 300 efectivos de infantería y caballería, al mando
del capitán Torres, partieron a someter a los valientes fríanos. Ante las
fuerzas superiores a sus efectivos, los fríanos se retiraron al interior de sus
montañas permaneciendo en el pueblo un reducido grupo de habitantes.
Sin resistencia alguna, el 30 de setiembre de 1883, el
comandante Torres y sus soldados ingresaron al pueblo, lo saquearon, no
respetaron ni siquiera el templo de San Andrés de Frías, a los hombres y
mujeres que permanecieron en él los sometieron a humillaciones vergonzosas.
Versiones que hasta se cuentan encerradas en la tradición dicen que Don Sebastián Siancas,
natural de este pueblo, fue hecho prisionero y cierto día en que su esposa se dirigía a la iglesia
para verlo, fue hecha prisionera y llevada ante un oficial chileno para ser
ultrajada. Ante este hecho la señora
Gertrudis llena de ira, aplica una
certera puñalada en el abdomen del oficial, quien muere en el acto; los chilenos
como represalia, fusilan en la puerta de la parroquia a don Sebastián
Siancas y a su esposa.
Fueron
muchas cosas que sucedieron durante la estadía de los chilenos en nuestra
tierra, la guarnición se había acuartelado en el antiguo templo, hecho de enormes
adobes y techado por la roja y tradicional teja. En otra ocasión sucedió algo
muy singular, cuentan que un señor de apellido Vaca, por temor a que
fuera apresado, se había escondido en el templo del pueblo, detrás del altar
mayor donde se encontraba la imagen del patrón San Andrés, cuando
un soldado chileno se dirigía a
profanar la “Custodia” de oro y otros objetos de valor, no pudieron por lo
que el temeroso señor se puso muy
nerviosos al pensar que alguna cosa mala le pasaría y el altar empezó a moverse, dándole la impresión que los santos
se habían enfurecido por los actos que estaban cometiendo; el chileno al ver
esto dijo: -¡Dios está molesto, no hagamos esto¡ ¡Hay cucos malos! Y es así que se libra la custodia y el humilde
señor Vaca.
Durante
el lapso que los chilenos habitaron en el pueblo de San Andrés cometieron
muchos crímenes, llegando a causar muertes de muchos niños. Los pobladores
dicen enterraron muchos cuerpos de niños inofensivos y hasta hoy sus almas en
pena buscan el descanso eterno y otros adoptan el cuerpo de pequeños y traviesos adultos que les gusta jugar con los
niños que no han recibido el agüita bendita, ni han sido bautizados. Personas
adultas dicen que por la parte donde se encuentra la casa de las hermanas
religiosas, casi toda esa manzana, antiguamente fue un cementerio provisional
que los chilenos utilizaron.
Versiones
que se han trasmitido de manera oral
dicen que después de mucho tiempo los chilenos se retiraron del pueblo San
Andrés de Frías y en el trayecto a la ciudad de Chulucanas una familia de apellido Palacios,
que se dedicaba a la venta de chicha de jora, había preparado un poco de bebida con veneno la cual les dio de
beber a los chilenos y para que no sospechen ellos también bebieron, muriendo
así los invasores y la familia Palacios.
Aun son recordados por su gran sacrificio y hazaña en honor a su patria el
Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario