domingo, 24 de enero de 2016


El exilio de  Marcos de la Croux
En el año de 1978 la actual comunidad campesina “José Olaya” de Silahuá era una comarca que formaba parte  de la sociedad  agrícola Yapatera, cuyos  dominios se extendían desde la costa hasta la Meseta  Andina de Frías. Este lugar estaba rodeado por majestuosos paisajes, hermosas lagunas e envidiables invernas, las mismas que alimentaban a más de un ganado.
 
Esta historia  es el  fruto  de la experiencia vivida por Quiteria Yamoca,  humilde provinciana que emigra  en busca de fortuna ,a Lima desde su  natal  Ramada Grande, caserío ubicado en el sector de Silahuá y que se caracteriza por sus montañas  de bosque  seco y espinoso, donde alberga diversidad de animales silvestres como zorros, cachules y muchas aves. Este relato encierra un claro mensaje y que tiene que ver con el impacto que causan los años de sequía en la vida del hombre y de los animales.  Quiteria  por el azar del destino entrega su corazón a un marino francés llamado Pietro de la Croux  que luego de idas y venidas al viejo continente (Europa), procrearon tres vástagos hijos entre ellos, Marcos de la Croux. El amor de marinero causo profunda decepción  en la humilde campesina. Aquella muchacha fue abandonada a su suerte, quedando convertida en una madre soltera la cual quedó imposibilitada de trabajar como doméstica por el número de hijos que tenía en casa de la familia López de la Romaña. No le quedó más remedio que retornar a su tierra de origen Ramada Grande donde por suerte aún tenía vivos a sus padres, los que muy a pesar de todo la recibieron con buen agrado y le brindaron calor familiar.
 
Para mala suerte en esos tiempos eran años de mucha sequía y los cultivos no  eran buenos ¿Qué hacer? tres niños hambrientos y sin que darles de comer. Quiteria pensaba y pensaba, ya  la solución estaba en su mente, vendería el primogénito Marcos, al señor Santos Guerrero, quien vivía en el caserío de Méjico ubicado en la Meseta  Andina. En aquel entonces existía un viejo camino que partiendo de la costa de Yapatera  atravesaba por el costado de Panecillo y avanzando cerro adentro hasta llegar a Ramada Grande y Ramada Chica, pasando por Cahingará, entrando por Cachiriz, Llegaba a Méjico, donde vivía Santos Guerrero, un ganadero  que tenía a su cargo más de un centenar de ovejas, y  que justamente a él sería vendido el niño Marco de la Croux Yamoca, para que sea el nuevo peón.
 
Aquel fatídico 13 de septiembre el viento y el sol resecaban la  hojarasca seca, emprendió su camino atravesando lomas, bosques, quebradas y cerros. Marco, tristemente miraba a su entorno, tal vez  pensaría que nunca más volvería a ver la tierra de su madre ni  la enorme y conglomerada capital. Ya en la planicie de los altos, el fuerte viento  resecaba la piel  de los desdichados visitantes, el cantar triste de las aves parecían augurar el triste destino que le esperaba al pequeño. Después de las tres de la tarde, sudorosos y muy sedientos llegaron a su destino, Quiteria miraba con tristeza las bellas facciones de su desdichado hijo, el cual no volvería ver nunca más.
 
Ya en la casa de santos Guerrero, fueron bien recibidos y  el pago no se hizo esperar, medio saco de trigo, medio saco de arvejas, medio saco de papas que el mismo santo envió de regreso a sus peones  junto con Quiteria hasta Ramada Grande. Por su lado Marco engrosaría el grupo de ovejas. Muy pronto aprendió el oficio  de cuidador de ovinos, pero así mismo  empezaron a venir  los sufrimientos. Durante varios años tuvo que aguantar, muchos castigos y crueldades por parte de su patrón.
 
Después de seis años de sufrimiento, el muchachuelo  se había convertido en todo  un jovencito .Un día decidió  escapar, ya que no soportaba más la tortura física y psicológica a la que era sometido y fue así que aquel rebelde adolescente escapó del infierno en que vivía, resultando perdido en las tupidas montañas del cerro Huaycas, ubicado en Santo Domingo, el cual lo  recibió de cualquier manera.
 
Marcos ya joven prestaba facciones delgadas, el cabello corto y castaño y pronto impresionó a una linda lugareña del caserío de Ñoma con la que se acompañó y tuvo sus dos hermosos hijos. En las tardes y noches de melancolía recitaba constantemente el refrán; -No todo lo que tocas es plata, ni todo lo que el monte tiene es órgano, ni todo lo que brilla es oro.
 
Efectivamente las apariencias engañan la crianza forma nuestro carácter, es así que el desafortunado joven  se había convertido en un psicópata y pronto sus manifestaciones no se hicieron esperar, ya que constantemente a su esposa la maltrataba, la torturaba, la cual optó por abandonarlo junto a sus dos menores hijos.
 
Marco había perdido el sentido de su vida, no le importaba nada , viajaba errante como un infeliz y siempre lamentaba su mala suerte y versaba aquellas frases: ¡Madre mía ¡yo no te culpo de lo que hiciste conmigo!, pero si me inclino  a mi vieja Pachamama (tierra Sagrada) que nunca me negaste el fruto de tus entrañas, esto lo hacía irguiéndose cuán largo era él ,alzando sus brazos ,abriendo la palma de sus manos y luego se inclinaba hasta el suelo besaba la tierra y se entristecía.

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