El
exilio de Marcos de la Croux
En el año de 1978 la actual
comunidad campesina “José Olaya” de Silahuá era una comarca que formaba parte de la sociedad agrícola Yapatera, cuyos dominios se extendían desde la costa hasta la
Meseta Andina de Frías. Este lugar
estaba rodeado por majestuosos paisajes, hermosas lagunas e envidiables
invernas, las mismas que alimentaban a más de un ganado.
Esta historia es el
fruto de la experiencia vivida por Quiteria
Yamoca, humilde provinciana que
emigra en busca de fortuna ,a Lima desde
su natal
Ramada Grande, caserío ubicado en el sector de Silahuá
y que se caracteriza por sus montañas de
bosque seco y espinoso, donde alberga
diversidad de animales silvestres como zorros, cachules y muchas aves. Este
relato encierra un claro mensaje y que tiene que ver con el impacto que causan
los años de sequía en la vida del hombre y de los animales. Quiteria
por el azar del destino entrega su corazón a un marino francés llamado Pietro
de la Croux que luego de idas y
venidas al viejo continente (Europa), procrearon tres vástagos hijos entre
ellos, Marcos de la Croux. El amor de marinero causo profunda decepción en la humilde campesina. Aquella muchacha fue
abandonada a su suerte, quedando convertida en una madre soltera la cual quedó
imposibilitada de trabajar como doméstica por el número de hijos que tenía en
casa de la familia López de la Romaña. No le quedó más remedio que retornar a su
tierra de origen Ramada Grande donde por suerte aún tenía vivos a sus padres,
los que muy a pesar de todo la recibieron con buen agrado y le brindaron calor
familiar.
Para mala suerte en esos tiempos
eran años de mucha sequía y los cultivos no
eran buenos ¿Qué hacer? tres niños hambrientos y sin que darles de
comer. Quiteria pensaba y pensaba, ya la
solución estaba en su mente, vendería el primogénito Marcos, al señor Santos
Guerrero, quien vivía en el caserío de Méjico ubicado en la Meseta Andina. En aquel entonces existía un viejo
camino que partiendo de la costa de Yapatera
atravesaba por el costado de Panecillo y avanzando cerro adentro hasta
llegar a Ramada Grande y Ramada Chica, pasando por Cahingará, entrando por Cachiriz,
Llegaba a Méjico, donde vivía Santos Guerrero, un ganadero que tenía a su cargo más de un centenar de
ovejas, y que justamente a él sería
vendido el niño Marco de la Croux Yamoca, para que sea el nuevo peón.
Aquel fatídico 13 de septiembre el
viento y el sol resecaban la hojarasca
seca, emprendió su camino atravesando lomas, bosques, quebradas y cerros.
Marco, tristemente miraba a su entorno, tal vez
pensaría que nunca más volvería a ver la tierra de su madre ni la enorme y conglomerada capital. Ya en la
planicie de los altos, el fuerte viento
resecaba la piel de los
desdichados visitantes, el cantar triste de las aves parecían augurar el triste
destino que le esperaba al pequeño. Después de las tres de la tarde, sudorosos
y muy sedientos llegaron a su destino, Quiteria miraba con tristeza las bellas
facciones de su desdichado hijo, el cual no volvería ver nunca más.
Ya en la casa de santos Guerrero,
fueron bien recibidos y el pago no se
hizo esperar, medio saco de trigo, medio saco de arvejas, medio saco de papas
que el mismo santo envió de regreso a sus peones junto con Quiteria hasta Ramada Grande. Por
su lado Marco engrosaría el grupo de ovejas. Muy pronto aprendió el oficio de cuidador de ovinos, pero así mismo empezaron a venir los sufrimientos. Durante varios años tuvo
que aguantar, muchos castigos y crueldades por parte de su patrón.
Después de seis años de sufrimiento,
el muchachuelo se había convertido en
todo un jovencito .Un día decidió escapar, ya que no soportaba más la tortura
física y psicológica a la que era sometido y fue así que aquel rebelde
adolescente escapó del infierno en que vivía, resultando perdido en las tupidas
montañas del cerro Huaycas, ubicado en Santo Domingo, el cual lo recibió de cualquier manera.
Marcos ya joven prestaba facciones
delgadas, el cabello corto y castaño y pronto impresionó a una linda lugareña
del caserío de Ñoma con la que se acompañó y tuvo sus dos hermosos hijos. En
las tardes y noches de melancolía recitaba constantemente el refrán; -No todo lo que tocas
es plata, ni todo lo que el monte tiene es órgano, ni todo lo que brilla es
oro.
Efectivamente las apariencias
engañan la crianza forma nuestro carácter, es así que el desafortunado
joven se había convertido en un psicópata
y pronto sus manifestaciones no se hicieron esperar, ya que constantemente a su
esposa la maltrataba, la torturaba, la cual optó por abandonarlo junto a sus
dos menores hijos.
Marco había perdido el sentido de su
vida, no le importaba nada , viajaba errante como un infeliz y siempre
lamentaba su mala suerte y versaba aquellas frases: ¡Madre mía ¡yo no te
culpo de lo que hiciste conmigo!, pero si me inclino a mi vieja Pachamama (tierra
Sagrada) que nunca me negaste el fruto de tus entrañas, esto lo hacía irguiéndose cuán largo era él ,alzando
sus brazos ,abriendo la palma de sus manos y luego se inclinaba hasta el suelo
besaba la tierra y se entristecía.
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