El santo
de camote
La idiosincrasia de un
pueblo está basada en sus creencias y supersticiones que puede ponerlo de
manifiesto a través de diversas expresiones. La cultura española nos dejó
muchas herencias entre ellas la religión católica, sembrando dentro de ellos
una gran benevolencia por las sagradas
imágenes y otras representaciones religiosas. El poblador serrano es fiel devoto
de los santos e imágenes, se encomiendan con mucha fe y devoción para que los
proteja de todo peligro, toda enfermedad y les vaya muy bien en sus cosechas.
Son muchas las historias que se han contado y escrito respecto a las imágenes, santos y los milagros que ellos han hecho.
Allá donde la mishka o maíz duro es el producto
principal de aquel poblador de baja estatura, piel cobriza y de habla muy
particular; aquel campesino que temporalmente emigra a la ciudad a vender
remedios naturales y que dentro de su espiritualidad conserva una inmensa fe
por el taita Dios. Esta historia nace en aquel contexto de fe, creencia y
religiosidad. ¡Taitito Dios, dicen que ese santito de Frías es milagrosísimo!
¡Cada vez que hay sequia con una beteadita hace llover! Así dialogaba la esposa
de un campesino, hombre humilde, trabajador y de fe profunda. Era el mes de
noviembre la gente de la zona de Guayaquil y Misquiz preparaba con enorme
fervor las ofrendas y hacían los preparativos para asistir a la última fiesta
del año, la del patrón San Andresito de
Frías, ellos ya habían venido de la costa de vender sus hierbas medicinales,
esas que recogen de las “holladitas” de los cerros cercanos, así mismo de
vender el principal producto agrícola que habían cosechado en el mes de junio.
La gente de aquellos lugares eran muy devotos del patroncito San Andrés de Frías conocido por
muchos como el “santito correlón” y que según la leyenda se había venido de
Culcas y de las pampas de Parihuanás para que le hicieran su templo en las
llanuras a un costado del bravo Citan, lugar donde los naturales lo habían encontrado tocando sus campanitas. Ellos necesitaban un santo a quien adorar y
venerar, alguien quien los proteja en la
salud y en sus cosechas.
En unas de esas idas y
venidas al pueblo de Frías, el humilde campesino se había hecho compadre de Don
Cristóbal Lot Pintado Mejía, persona muy diestra en el oficio de la carpintería
y su fama de buen escultor había trascendido a los lugares aledaños del distrito
de Frías, También era el “sindico” de la tradicional fiesta del santo patrón de Frías, el cual se
encargaba de organizar las caza y paseo de cóndores, pelea de toros y pelea de gallos. En cierta ocasión la gente
de la tierra del maíz, necesitaba urgente a un santito y para ello tuvieron que
recurrir a la persona idónea y que era ese gran
famoso señor, don Cristóbal. Muy de
mañanita el devoto encargado de
gestionar aquel encargo con su burro cargado de un almud de maíz duro se presentó
donde su compadre escultor para pedirle que le haga un trabajito especial.-
Días de Dios compadrito – Que tal la
familia - bien cumpita - y que milagro
por acá. Acá he veniu a que me haga un
trabajito - ¡Que será pues! – Allá en mi lugar necesitamos un santito que nos haga milagritos y nos
cuide en la salud y para que nuestras cosechas salgan bien. El devoto señor
llevaba en su mente como debería ser su santo patrón. Le recomendó que sea de
la mejor madera. –Quiero que el santito
seya bien formal, serio para que imponga
respeto en la gente. El señor quería la estatua para un plazo aproximado de
20 días en la cual los gobernadores encargados de repartir la conserva y las
tortillas azadas junto con su chicha de maíz ya tenían todo preparado. Es muy pronto compadrito, tengo mucho
trabajo. El encargado seguía
insistiendo. -Don Cristóbal haga un
esfuercito, por vida suyita. Ante tanta insistencia el escultor acepto el
encargo. Pasaron los días y el madero seguía esperando; el tiempo en que el encargo
tenía que ser recogido, aún no estaba listo. Cuentan algunos que el síndico se
le había presentado diversas dificultades y no pudo cumplir con el encargo.
Dicen que el día pactado para tal obra había llegado y para cumplir se le
ocurrió tallar el santito en uno de esos
grandes camotes que solía cosechar en una de sus chacras. Empezó a tallarlo y
lo hizo rápidamente con todas las características que le habían recomendado, lo
pinto incluso le hizo su base de madera para que se sostenga, estaba listo para
que sea llevado a su lugar.
En el tiempo acordado, el
“propio”
llego muy tempranito a casa de Don Lot y con otro almud de maíz para ser
obsequiado a cambio del favor concedido.
-Díasdedios cumpita, aquí he venido a recoger mi encarguito, como usted sabe
que la fiestecita ya está cerquita.-Compadrito su encargo está listo pero tiene
que llevarlo con mucho cuidado no lo vaya a meter en bolsa porque se puede
malograr. –No se preocupe. Y ¿Cuánto le debo? -No es nada cumpita, suficiente
con el maicito. Ya en el lugar el santito fue ubicado en un sitio especial
para ser venerado. Cuentan que la mujer todos los días le hacía oración y le
imploraba por su familia. Después de varios días, la mujer del encargado de la
fiesta pudo observar algo muy extraño y corre rápidamente y le cuenta asombrada
a su esposo: Juancito el santito está
vivo porque parece que está llorando y hasta se mueve. Los dueños de
aquella falsa imagen se habían asombrado mucho. En uno de esas ocasiones los
esposos llegaron a comprobar que dentro del cuerpo de aquel santito había
estado comiendo un enorme roedor. El compadre muy molesto y desilusionado
regresó al pueblo a reclamarle a don Cristóbal. El compadre le explicó que por
la premura del tiempo y como ya se había comprometido, para salir del apuro le
hizo el santito de camote.
Esta anécdota aún es
recordada por la gente del pueblo en las reuniones de amigos con la finalidad
de pasar un momento de alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario