domingo, 24 de enero de 2016


La mujer de blanco

Las fantásticas y escalofriantes historias de las viudas, las mujeres de blanco, las  novias se escuchan en casi todo el mundo, la forma como han sido trasmitidas esas leyendas hacen pensar que pareciera verdad, incluso han sido llevadas hasta la televisión. El pueblo de Frías fue escenario de algo parecido, hace muchos años atrás, cuando el pueblo todavía se alumbraba con mechones, velas y petromax, debido a que la luz de la hidroeléctrica funcionaba de manera temporal. En las solitarias  y frías noches, cuando la neblina cubría parte de las calles del pueblo, las luciérnagas hacian delirar y temblar a cualquier parroquiano que cegado por algunas copas de licor, imaginaban el bulto negro que deja en su prender y apagar. Es el muerto dicen muy asustados. En una de esas incontables noches varias personas pregonaban haber visto aparecer a una mujer vestida de blanco, con la mirada hacia el suelo, pelo largo y que empezaba a recorrer parte del pueblo. Decían que  la encontraban parada en la puerta de lo que hoy es el templo “San Andrés”, de pronto se elevaba como si estuviera volando y recorría la plazuela siguiendo su trayecto hacia las instalaciones del viejo palacio municipal, que en ese tiempo se denominaba cabildo y que estaba construido de madera, adobe y algunas partes de concreto y que sirvió a la hacienda como lugar para ubicar el cepo y poder castigar a los peones que no aportaban a los terratenientes.

Son muchas versiones que se han transmitido sobre aquel insólito suceso. Cuentan que en una ocasión  un empleado, que en aquellos tiempos cuidaba el longevo local del municipio, antiguamente el cabildo, junto con su hijo en una noche solitaria escuchó  pasos muy fuertes y bien marcados que recorrían el piso de madera. Los asustados vigilantes, pensando que eran ladrones, con mucho temor se arrimaron en una de las paredes de madera. Disimuladamente alcanzaron a ver que una mujer que recorría los pasadizos yendo y viniendo y de pronto desaparecía. Las mentes de los infortunados guardianes yacían en un manto de temor y hacía que su cuerpo se les pusiera como piel de gallina. Ellos muy asustados corrieron donde sus familiares a contar lo sucedido.

En otra oportunidad, cuentan que un ex alcalde, ya encomendado en la gloria del  Señor,  al promediar las seis de la tarde, la neblina no dejaba ver más allá de nuestra nariz y el frío inmenso invitaba a cobijarse más, cuando ya culminaba su ardua labor despidió a su secretaria de cabecera y pidió que dejara cerrando que ya regresaría, entonces saliendo de la puerta pasando por el antiguo puente que unía con la plaza vio pasar una señora cabeza baja,  él la saludó pero se extrañó al ver que la mujer ni siquiera  le contestó, regreso a mirarla y vio que ella se dirigía a la oficina donde atendía la secretaria. Él se regresó para averiguar quién era preguntándole a la secretaria donde estaba la mujer ,la cual le contesto que ella no había visto entrar a nadie, el jefe edil le replicó que clarito había visto entrar a una mujer, resaltando que él no estaba loco ni borracho.

Así varias personas se han encontrado con misteriosos casos. En las sólidas noches la gente recuerda aquellos relatos y caminan con mucho cuidado acompañados, otros no se emborrachan y van a su casa antes de la media noche.

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